Ceñida, pues, la cintura con la fe y la observancia de las buenas obras, sigamos su camino, guiados por el Evangelio, para que merezcamos ver a quien nos ha llamado a su reino.
A los fieles que desean llevar una vida cristiana más comprometida, y que buscan un marco y un apoyo, sin pensar por ello en incorporarse a la vida religiosa, la Oblación benedictina se ofrece como un camino recomendado tanto por su larga tradición como por la flexibilidad que le permite adaptarse a las circunstancias más diversas.
Hacer profesión de oblato supone una madura reflexión desde el punto de vista cristiano y espiritual. Es contraer un compromiso de una gran importancia con Cristo y con la comunidad monástica a la que se une.
De esta nueva relación entre el oblato y el monasterio, resultará una comunión vital y una cooperación espiritual recíproca, que tiene especiales efectos en el camino de la conversión interior.
Distintivo: El oblato benedictino utiliza como distintivo de su pertenencia a la familia monástica la medalla de San Benito.